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El fútbol como símbolo de identidad soviética

Después de una serie de litigios internos en el interior del PCUSS (Partido Comunista de la Unión Soviética), destinados a ocupar la plaza dejada por la muerte de Lenin, las disputas entre Stalin y Trotsky eran evidentes y notables. Finalmente salió vencedor el georgiano Josif Stalin y sus adeptos, estableciendo así su poder hasta la muerte del mismo en 1953. A principios de los años 30, la Unión Soviética empezaba a funcionar económica y socialmente, gracias a los procesos de industrialización y mejoras promovidos por el régimen estalinista, dejando atrás las constantes “crisis de las tijeras”, producidas por los desequilibrios entre el sector agrícola y el industrial, promulgados anteriormente por Lenin y su política de la NEP (Nueva Política Económica).

La sociedad soviética vivía con una cierta tranquilidad, teniendo en cuenta el dogmatismo imperante des del seno del Comité Central, después de años convulsos de enfrentamientos tanto a nivel internacional como interno, con la Revolución Rusa (1917) y la unión de estados soviéticos que dieron lugar, progresivamente a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. Pero todo esto tenía un precio, y es que además de las largas jornadas de trabajo que debían llevar a cabo los trabajadores de estos países para que todo pudiera desarrollarse con normalidad, existía también una encubierta pero latente represión política por parte del Estado encarnada en “La Checa” (cuerpo policial represivo), que hacía inviable la pertenencia, adhesión, expresión o manifestación de cualquier idea, símbolo, creencia o pensamiento que atentara contra los principios e ideales de la URSS.

Para ello el Estado, había tejido una serie de mecanismos de control que hacían complicado el poder pensar distinto a los dogmas marcados por el régimen estalinista, aunque en un país tan grande y con tanta población, se hacía difícil el poder llegar a todas las personas del extenso territorio soviético. Por ello al gobierno de Stalin se le ocurrió que no había mejor escaparate de promoción del país al mundo que el deporte y empezó a potenciarlo en todos los países soviéticos. Pretendían consolidar su poder y su fuerza como nación con grandes deportistas que llevaran a la URSS al máximo nivel mundial en todos los deportes, y el fútbol no iba a ser una excepción. En este caso, sería muy fácil trasladar las teorías “estajanovistas” del campo laboral al deportivo.

Y es ahí, donde surgió la idea de crear una liga de fútbol que aglutinara a todos los países de esta Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas bajo una misma bandera, la roja con la hoz, la estrella y el martillo. Tenían la intención, de difundir el mensaje al mundo de unión y cohesión entre repúblicas socialistas y sobretodo internamente, a través de esta competición que se convertiría en emblema del deporte soviético hasta el fin de sus días como nación.

De esta forma surgió en 1936 la “Vysshaja League o Primera División de la URSS, competición máxima de fútbol de clubes de los países integrantes de este bloque socialista. Aunque no surgió sola, ya que al haber muchos equipos de fútbol en los distintos países que integraban este bloque, también crearon una segunda división de clubs, que empezó llamándose “Grupo 2” o “Clase B” pero que en 1971 se rebautizó como Primera Liga Soviética.

Así pues, el fútbol volvía a relacionarse con la política para fines partidistas, aunque esta no fue ni la primera ni sería la última vez en hacerlo, si se convirtió en un claro ejemplo de arma de poder arrojadiza.

Aun así, los jugadores de los equipos que integraban esta competición, veían esa oportunidad como un acicate más para realizar el deporte que más los apasionaba y además poder ser reconocidos no solo en sus países de origen sino también internacionalmente. Así pues, jugadores como G. Fedotov, mítico estilete ruso del CSKA de los 40’s que tuvo el honor de ser el primero en anotar 100 goles en su carrera; B. Paichadze, estrella georgiana del aquel Dynamo de Tbilisi que encandiló a la URSS en esta misma década; N. Symonian, goleador estrella del Spartak de Moscow de los 50’s y oro olímpico en Melbourne 1956; E. Streltsov, apodado el “Pelé ruso” y considerado el segundo mejor jugador de la historia del fútbol soviético, fue el jugador más joven en debutar en el equipo de su vida el Torpedo de Moscow (13 años) y fue el artífice del gol que le dio el Oro a la URSS en dichos JJOO frente a Yugoslavia (1956). Coincidiendo en tiempo y equipo nacional con “su majestad” el rey de la portería en Europa y el Mundo, Lev Yashin, del que todo se ha escrito y toda alabanza es poca. Lider del Dynamo de Moscow de los 50’s-60’s, Balón de Oro en 1963 y mejor jugador soviético de siempre. No por ello hay que olvidar tampoco a O. Blokhin, Balón de Oro en 1975, máximo goleador de la historia del fútbol soviético y pieza clave del ilustre Dynamo de Kyev de los 70’s-80’s. Que incluso al final de su carrera coincidiría en el equipo con otro insigne ucraniano y Balón de Oro como I. Belanov, el “cohete de Odesa” ganador en 1986 de tan prestigioso galardón, gracias a los títulos cosechados en este club de Kyev. Estas fueron solo algunas de las muchas estrellas que despuntaron en esta liga y que merecerían y seguramente tendrán un capítulo especial para ellos, ya que por mucho que pueda pensar la gente esta era una competición ni mucho menos exenta de calidad, sino más bien todo lo contrario.

El gobierno de Stalin pues, lo tenía todo pensado y es que al no haber más identidad personal que la pertenencia a la clase trabajadora, no les permitían ningún otro ingrediente identitario, por lo tanto el trabajador era siempre trabajador estuviera en Rusia, Ucrania, Moldavia o Georgia. Es por eso que lo que hicieron fue que todos los equipos participantes en la liga de fútbol soviética, representasen dentro del Sindicato de la URSS a un sector determinado de trabajadores, dependiendo del trabajo que realizasen. De esta forma se creó un mapa futbolístico en el que cualquier persona era representada por un equipo de fútbol, que además estaba marcado por el trabajo realizado y por lo tanto no podían cambiarlo. En consecuencia, equipos de Rusia como el Lokomotiv de Moscow, representaba a los trabajadores del ferrocarril, así como el Torpedo de Moscow lo hacía con el sector automovilístico, el CSKA de Moscow era el equipo del ejército ruso o el Dynamo de Moscow hacía lo propio con los integrantes del Ministerio del Interior Soviético. Como curiosidad, explicar que la palabra “Dynamo” procedente del griego, significa “poder en movimiento” y fue utilizada por muchos clubes del bloque soviético en los nombres de sus equipos para ensalzar la afición, fuerza y unión de todos por un mismo objetivo, la victoria. Muchos de estos clubes aun perduran hoy en día, además del mencionado equipo ruso, también estaban el Dynamo de Kiev (Ucrania), Dynamo de Zagreb (Croacia), Dynamo de Tbilisi (Georgia), Dynamo de Minsk (Bielorrusia), Dynamo de Tirana (Albania), Dynamo de Bucarest (Rumania) o Dynamo de Dresden (Alemania Democrática), aunque algunos de estos clubs no participaban en la liga de fútbol soviética, su intención con el nombre era la misma y procedían de países integrantes en el bloque oriental.

De esta forma todos estaban representados y todos se sentían parte de una misma identidad, la obrera, pero con el aliciente de estas pequeñas categorías futbolísticas para poderse diferenciar y alentar así una competición sana entre los propios trabajadores soviéticos, orquestada desde el gobierno de entonces. Si bien es cierto, que como ya hemos comentado anteriormente, es imposible poder llegar a todo el mundo, más si cabe en una nación tan grande y extensa como la URSS, los ideales y maneras de pensar de los habitantes de cada país soviético, así como la mala utilización de esta competición deportiva por parte del gobierno de entonces, hicieron imposible poder impedir que los campos de fútbol de toda la nación se utilizaran como grandes escenarios populares para reivindicar miles de mejoras sociales, políticas y económicas por parte de los aficionados que acudían a estos eventos, o simplemente gritar y expresar allí dentro lo que no podían decir o exponer en la calle. Como ejemplo de casos sonados de utilización partidista tenemos el del propio Eduard Streltsov mítico jugador del Torpedo de Moscow, encarcelado y enviado a un campo de trabajo por negarse a fichar por el CSKA de Moscow, equipo del ejército soviético. O la negativa de dejar salir al eterno portero Lev Yashin, “la araña negra” de su equipo de toda la vida (Dynamo de Moscow) y “aconsejarlo” a realizar toda su carrera en ese mismo club, aun teniendo mejores ofertas de muchos de los equipos más poderosos del mundo, tanto de la URSS como de toda Europa.

Fue imposible por lo tanto, acallar las voces del Olímpico de Kiev que pedían una independencia clara para Ucrania en todos los partidos que disputaban allí, sobretodo contra equipos rusos, donde además no dejaban de entonar durante todo el partido cánticos nacionalistas ucranianos. Viajar a Tiflis, Georgia, en el mítico “Estadio Dynamo” y escuchar a sus más de 50000 almas cantar el himno del equipo con fuertes componentes nacionales y políticos en él; o asistir a un partido del Spartak de Yerevan en Armenia y contemplar como los aficionados rezaban y oraban durante todo el partido, ya que sus fuertes raíces cristianas ortodoxas, hacían imposible desprenderse de ellas en ningún caso, menos aun en el ámbito deportivo.

De esta forma el gobierno no consiguió, como en tantas otras cosas, su objetivo de cohesionar a todos bajo una misma bandera y unas mismas creencias, debido sobretodo a que los países eran muchos y sus gentes aun más diversas. Y el fútbol, no hizo más que poner de manifiesto todo esto, multiplicando sus efectos por mil, ya que lo que se creó para unir a todos y adoctrinarlos hacia un mismo camino, se convirtió finalmente en todo lo contrario. Por mucha censura de los medios de comunicación que se hiciese y por mucha represión ejercida, nunca se le pudieron poner diques al mar, ni tapar las bocas y corazones de aquellas gentes con ideas, creencias y pasiones como el deporte (en especial el fútbol) tan diversas y enriquecedoras al final, que no quisieron o no supieron ver todos aquellos que utilizaron este bello deporte como arma de unión política entre ellos y de fuerza hacia todos los que no eran como ellos.

Luis Sánchez López (@luchosalo21)

Manel Torrejón Perea (@manelcandeu)

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