En la ciudad capitolina no se acordaban de lo que era liderar el campeonato liguero. Tras años de sosiego y fallidos proyectos, ha llegado la hora de disfrutar del equipo, el cual lidera el Calcio de forma sorprendente, si comparamos su plantilla con la de Napoli, Juventus o Inter de Milán, principales candidatos a levantar el “squdetto”. Aunque el Torino de Cerci haya acabado con la imbatibilidad con un empate en la última jornada, este equipo tiene buena pinta para luchar con las escuadras mencionadas anteriormente. Han pasado años de decepciones y largas travesías por el desierto, destacando, sobretodo, los proyectos fallidos de Luis Enrique y Zdenek Zeman, con propuestas atractivas de jugar el balón pero sin fructificación en el terreno de juego, acabando en decepción, en el caso del asturiano, y fracaso en el caso del checo, siendo destituido a mitad de temporada y sustituido de manera transitoria por Aurelio Andreazzoli. Ésta temporada han llegado aires nuevos al A.S. Roma, de la mano de un entrenador francés de origen español que sabe lo que es ganar y jugar bien. Su nombre es Rudi Garcia (1964), y vale la pena recordar su periplo por Francia y hacerle un pequeño homenaje, sobre todo con el Lille campeón del doblete en la temporada 2010-2011.
Rudi Garcia de sangre española, juego ofensivo, fiel a sus principios y a sus colaboradores, tiene una de esas historias curiosas en el mundo del futbol, en un club donde quedará para la historia. Amante del futbol de ataque, antes de dirigir al Lille pasó tres años en el Saint-Etienne, donde ejerció de preparador físico, de adjunto y de coentrenador junto a Jean-Guy Wallemme. Tras cinco años en el Dijon en tercera y en segunda y una brillante campaña ya en la Ligue 1 con el Le Mans, llegó al Lille en el verano de 2008 para sustituir a Claude Puel. La historia curiosa de Rudi García sucedió en 2009, siendo ya entrenador del LOSC Lille, fue despedido por el director general del club y readmitido dos semanas más tarde por el presidente Seydoux, ya que este, conocedor de la decisión del director general del club de cesar a Rudi, despidió del club al director general, y volvió a contratar al bueno de Rudi unos días después para que volviera a tomar las riendas del club francés. El tiempo le daría la razón a una persona acostumbrada a producir finales felices.
Tras la hegemonía del Olympique de Lyon (siete campeonatos seguidos, 2001-2008), y la transición con la compra de clubes franceses de magnates rusos y jeques árabes, hubo cuatro equipos que se repartieron los campeonatos ligueros hasta la aparición del Paris Saint Germain del jeque Nasser Ghanem Al-Khelaifi. Girondins de Burdeos, Olympique de Marsella, Lille y Montpellier fueron vencedores de la Ligue 1. La temporada 2010-2011 destaca por el doblete conseguido por una ciudad fronteriza con Bélgica, un equipo que había ganado tres ligas olvidadas por el tiempo.
A pesar de todo la plantilla del LOSC Lille empezó la temporada 2010-2011 un poco traumatizada, y es que el final de la anterior campaña fue terrible, con cinco victorias seguidas en su haber, los de Rudi García encararon el último partido de la temporada 2009-2010, ante el Lorient, siendo segundos. El Lille perdió aquel último partido, y acabó en la cuarta plaza e incluso fuera de las plazas de Champions, la liga la ganó el Olympique de Marsella, cuando más de uno se esperaba asistir a la resurrección del Olympique de Lyon o que el Girondins de Burdeos repitiera el triunfo o, en su defecto, a un remake de la temporada pasada por parte del Olympique del Marsella, apareció el Lille y firmó un doblete de película, acaparando todos los flashes y el protagonismo con nombres como Landreau, Adil Rami, Debouchy, Mavuba, Cabaye, Gervinho, Sow y el crack Eden Hazard. Auténticamente de película. La temporada 2010-2011 del Lille Olympique Sporting Club Lille Metropole (LOSC) ha sido de esas que a los aficionados del club les apetecería tener grabadas en DVD, VHS, Blu Ray o cualquier formato que les permita conservarlo para siempre, para volver a recordar en los momentos de zozobra emocional. No es casualidad si el presidente del club, Michel Seydoux es un importante productor cinematográfico (una especie de Aurelio Di Laurentiis o Enrique Cerezo). Entre sus grandes éxitos, hasta hora, estaba la película “Cyrano de Bergerac” protagonizada por Gerard Depardieu en 1990 y ganadora de 10 premios Cesar. De ahora en adelante el señor Seydoux podrá presumir de otro gran éxito: el del Lille, temporada 2010-2011, el equipo del doblete, el equipo de Rudi García.
Rudi Gracia es un tipo que ha demostrado que es amante del buen trato del balón, como demostró en Francia, y que ahora lo está aplicando al conjunto romano. Sus antecesores en el mismo puesto también eran figuras en el buen trato de la pelota, pero los inicios fueron duros y los proyectos no cuajaron. Con el francés ha vuelto la ilusión a la capital italiana, sin grandes fichajes, vendiendo a última hora a jugadores importantes en ataque como los argentinos Erik Lamela y Daniel Osvaldo, pero contando con el beneplácito de los pesos pesados de la plantilla, como reflejan las palabras de il gladiatore y gran capitán romanista Francesco Totti: «Esperaba que fuera un gran entrenador y lo está demostrando. Creo que he encontrado al entrenador del futuro. Buscamos seguir sus consejos constantemente, porque teniendo esta convicción y consideración podemos aspirar a muchas cosas».
Con estos condicionantes, tendremos que esperar cuál será el techo del A.S. Roma está temporada, esperando por el bien del fútbol, que el equipo vuelva a estar en la élite europea de este deporte, pero primero tendrá que luchar con grandes plantillas en Italia, sobre todo con Juventus, Napoli e Inter de Milán. Roma es una ciudad que vive intensamente el fútbol y el cual está muy identificado social y culturalmente con la historia de la ciudad, por eso, merece que sus equipos vuelvan a brillar como antaño. No solo la loba capitolina, Rómulo y Remo, Octavio Augusto, Julio César o los Papas de la iglesia católica y Francesco Totti son parte de la cultura e historia de la ciudad. También lo es el A.S. Roma, que a través de la figura de Rudi Garcia quiere volver a brillar como esta ciudad y su equipo se merecen.
Robo de balón en el medio del campo y salida rápida buscando sorprender al rival. La pelota llega al extremo izquierdo, controla el pase con el interior, el esférico queda parado y por un momento el tiempo también. En décimas de segundo, por la cabeza del jugador pasan miles de cosas y su cuerpo experimenta sensaciones muy contradictorias. Pegado a la línea de banda, con el lateral derecho encima, la grada sobre sus hombros, voces y susurros entran sin parar por sus oídos y la sangre le bulle. Va a mil revoluciones, pero intenta serenarse y pensar que hacer, todo en décimas de segundo. El rival es como un toro que viene a embestir y el debe sortearlo con maestría, e intentar acabar la faena dignamente para poder conseguir el ansiado premio del gol, con la ayuda de sus compañeros. En ese momento, todo vuelve a la realidad, el extremo amaga con el cuerpo, hace una media bicicleta con la que desequilibra al lateral y consigue marcharse por velocidad con el balón pegado a la cal y a escasos centímetros la línea de córner. En ese momento, el delantero de su equipo hace un desmarque al defensa rival y consigue adelantarse en la carrera unos centímetros. El extremo levanta la cabeza y lo ve, en ese momento y sin pensarlo, pone un centro desde la línea de fondo con el interior del pie, que se va abriendo para que el portero no llegue y medido a la cabeza de su compañero desmarcado. El delantero impacta con su cabeza al balón con mucha potencia y el esférico entra en la portería como un rayo, sin que los defensas ni el portero rival puedan hacer nada para impedirlo. Fútbol en estado puro, sin duda, pero un fútbol que se está perdiendo a una velocidad de vértigo.
Y es que este deporte cambia a cada segundo, aunque a veces nos sorprenda y lo haga en direcciones en los que no esperábamos. El portero que sale jugando con los pies, los laterales que son “carrileros” ofensivos, el pivote defensivo que organiza el juego, el mediocampista que defiende y ataca (todocampista), los delanteros que se tiran a banda; y últimamente, los “falsos” delanteros y los extremos que juegan a banda cambiada. Son muchas las causas que hacen que este deporte «evolucione»: una mejor formación de los técnicos deportivos, nuevas tecnologías que permiten aprender e implementar cualquier mejora en cualquier lugar del mundo al instante, el fútbol visto como un espectáculo televisivo, la tremenda competitividad existente entre equipos en ligas nacionales y competiciones continentales, la evolución de los clubs como empresas deportivas, la necesidad de ofrecer al espectador algo novedoso cada temporada. Sin olvidar el cambio paulatino hacia un fútbol más físico y rápido, con balones como los actuales, más ligeros, que hacen que los centros sean más imprecisos. A la vez, los referentes en ataque han modificado su juego también y pocos equipos apuestan ya por delanteros corpulentos que sean rematadores natos y solo trabajen en el area. Todo esto hace del fútbol un deporte aún más interesante e imprevisible, ya que estos factores cambiantes lo convierten en un espectáculo más atractivo a los ojos de los/las espectadores/as que lo disfrutan cada semana. Pero, ¿de verdad es así?
Si nos paramos a reflexionar un poco quizá podamos tener otra opinión mejor formada de todo esto. Y como ejemplo ilustrativo, podemos pararnos a pensar por ejemplo en qué ha pasado con los extremospuros de toda la vida. ¿Se han evaporado?
Cuando me siento a escuchar las historias de fútbol que cuenta mi abuelo, siempre me quedo fascinado. En ellas relata como sentía y vivía él este deporte cuando era más joven. Pero no hay una sola historia en la que no aparezca un extremo puro y clásico como los de antes. Me habla del Barça de las “Cinc Copes” y de cómo Estanislau Basora y Eduardo Manchón traían locas a las defensas rivales y ponían finos centros a César y Kubala para que rematasen sus jugadas, mientras los aficionados de «Les Corts» enloquecían. O como el estadio de Chamartín se venía abajo cuando Paco Gento corría la banda izquierda cual centella y asistía al gran Alfredo Di Stefano para que marcase, en aquellas memorables noches de Copa de Europa de las 6 que consiguió “La Galerna del Cantábrico”. También habla de un “melenudo” británico llamado George Best que ponía patas arriba Old Trafford (y otros pubs de la zona) con sus regates y su clase magistral. Pero sobretodo me sorprende que se acuerde de un pequeño extremo brasileño del Botafogo que solo pudo tener la suerte de ver cuatro o cinco veces cada cuatro años, en los Mundiales de Suecia 58 y Chile 62. Siempre me dice que Pelé era de otro mundo pero nunca había visto a nadie regatear y “gambetear” como ese tal Garrincha.
Y si mi padre entra en la conversación, no puede dejar de hablar del gran Amancio Amaro, extremo portentoso de la generación del Real Madrid de los “Ye-yés”, apodado “El Brujo” por sus regates increíbles en banda y su rapidez. Sin salir del equipo blanco, no podemos pasar por alto al mito, Juan Gómez «Juanito». Extremo rápido y veloz, de una fuerza y coraje sin igual que a día de hoy aún se recuerda en el estadio Santiago Bernabéu cuando el reloj marca el minuto 7 de partido, su mítico dorsal. Aunque si viajamos al n0rte, sin duda hay que hablar del veloz Txtextu Rojo, que dejaba boquiabierta a la afición de Bilbao en “La Catedral” con su descaro para encarar a los defensas y sus medidos centros al area. Y es que la historia de extremos clásicos vascos no acaba aquí, porque no muy lejos de Vizcaya, en Guipúzcoa concretamente, vivía el gran Roberto López Ufarte, un menudo y habilidoso extremo izquierdo que fue santo y seña de aquella mítica Real Sociedad que consiguió dos títulos consecutivos de Liga a principios de los ochenta y que fue ídolo de masas para todos los que acudían cada domingo a Atocha para ver al equipo “txuriurdín”. Gracias al trabajo y a la huella que dejaron estos dos tremendos extremos vascos, surgieron otros dos que siguieron sus pasos a no mucho tardar. El primero fue “Txiki” Beriguistáin, extremo izquierdo que irrumpió con fuerza para sustituir a López Ufarte en la Real Sociedad. Y el segundo fue Jon Andoni Goikoetxea, rápido y versátil extremo derecho navarro que despuntó en C.A. Osasuna y en la Real Sociedad posteriormente. La calidad de estos dos extremos no pasó inadvertida para el mundo y rápidamente el FC Barcelona de Johan Cruyff se hizo con ellos, siendo protagonistas esenciales de los títulos conseguidos por el cuadro catalán a principio de los noventa.
Cabe resaltar, pero, que si hablamos de extremos puros, los dos que jugaban en el Real Madrid de la “Quinta del Buitre” tampoco estaban carentes de calidad. Rafael Gordillo, mítico extremo izquierdo sevillano, de la cantera del Real BetisBalompié fichado por el cuadro blanco a mediados de los ochenta. Pero sobretodo Jose Miguel González “Míchel”, fino estilista canterano del conjunto blanco que junto a jugadores de la talla de Manuel Sanchís, Rafael Martín Vázquez o el mítico Emilio Butragueño, marcaron una época en la historia del club.
Como apreciación, cabría destacar, además de la vistosidad que regalaba este fútbol al espectador/a, como también aumentaba la velocidad del juego, la intensidad del mismo y hasta las pulsaciones de los jugadores y aficiones que disfrutaban de el. Pero no contentos con esto, el fútbol con bandas abiertas deparaba también unos duelos entre extremos y laterales memorables e históricos hoy en día.
Y es en ese preciso instante, en el que yo puedo entrar de verdad en la conversación y me pongo a recordar aquellas “batallas” futbolísticas increíbles entre el portugués Luis Figo y el posiblemente mejor lateral izquierdo de todos los tiempos, el brasileño Roberto Carlos. Cuando jugaban en el FC Barcelona y el Real Madrid respectivamente. O del propio Figo con el magnífico lateral del País Vasco Francés Bixente Lizarazu, cuando el portugués militaba ya en las filas blancas y el francés lo hacía con el temible Bayern de Munich. O los duelos entre el veloz extremo izquierdo holandés del Arsenal FC y FC Barcelona Mark Overmars y el lateral derecho del Manchester United Gary Neville, en los que siempre saltaban chispas. Y no se quedan atrás los duelos entre el maravilloso extremo izquierdo del Valencia CF, Vicente Rodríguez, y el lateral derecho del Real Madrid Michel Salgado, donde siempre había una intensidad brutal.
No obstante, la mayoría de extremos de todo el mundo actuales, han tenido que adaptarse a los nuevos tiempos y modificar su fútbol y su posición en el campo para complacer a sus técnicos y en “beneficio” del equipo. Aunque no está tan claro, que esto haya beneficiado al espectador/a y sobretodo al fútbol en general. Es cierto que se combina mucho más y que los extremos a banda cambiada pueden salir y tener más ocasiones para disparar a puerta desde una mejor posición. Pero no es menos cierto que las defensas también evolucionan y trabajan estas variantes. Por lo que al final tenemos muchas veces, acumulación de jugadores de tres cuartos de campo hacia delante, sobretodo al borde del área grande. El juego se ralentiza, los jugadores deben ser muy combinativos para que las jugadas no se diluyan y las bandas muchas veces quedan desocupadas, o se ocupan ocasionalmente por delanteros o centrocampistas que caen a ellas. Existe la posibilidad también de dejarla libre para la subida de laterales rápidos, que por otra parte, no tienen en la mayoría de casos, la clase ni la técnica de los extremos y jugadores de banda clásicos.
Por lo tanto, cuando hablamos de «evolución» en el fútbol, muchas veces, creo que el término no es correcto. Porque sí que es cierto que se dan cambios en este deporte y que todo avanza muy deprisa, como la vida de cualquier persona actualmente, sobretodo en los países occidentales. Pero no es menos cierto que en muchos aspectos este deporte está involucionando y dando pasitos atrás más que adelante. Habría mucho que escribir sobre todos estos cambios en el fútbol actual, aunque algunos de ellos han sido comentados ya al principio de este artículo. Quizá toda esta información nos daría para elaborar unos cuantos artículos más con total seguridad, pero ciñéndonos al tema que nos ocupa, creo que es justo afirmar que el fútbol actual ha perseguido y eliminado (o al menos ha reconvertido) de los terrenos de juego a la mayoría de extremos puros que había. Jugadores con descaro, técnica, clase y calidad que no tenían miedo a jugársela. No temían coger la responsabilidad de encarar a sus rivales, se echaban el equipo a las espaldas y firmaban jugadas que acaban con centros medidos que se traducían en goles y campeonatos importantes para el equipo en muchas ocasiones. Pero sobretodo, jugadores que hacían levantarse a los aficionados de sus asientos en los estadios y que hacían vibrar y alzarse repentinamente a los más mayores de sus sillones en casa. Malabaristas y finos bordadores, que hilaban e hilvanaban jugadas fantásticas en espacios reducidos frente a contrincantes que solo tenían por objetivo destruir su fútbol. Jugadores que hacían que un servidor disfrutara cada semana con este deporte como un niño pequeño con un juguete nuevo. Por eso para acabar solo me gustaría lanzar una pregunta al aire: ¿Por qué el fútbol no quería seguir disfrutando con los extremos puros?